La literatura más que una forma escrita de comunicación, un arte o una afición se constituye en el testimonio histórico de una época o una sociedad, reflejados a través de la visión y la perspectiva de un escritor. La experiencia, las vivencias y las ideas de quien escribe quedan irremediablemente plasmadas en el texto, pero al mismo tiempo la narrativa va tomando vida propia, se nutre del contexto que le rodea y los personajes se acrecientan en la medida en que el escritor pone su don para el uso de las palabras a disposición de una obra que al final terminando desplazando a su creador para inmortalizarse en las mentes y los corazones de quienes las leen, las discuten y las ven reflejadas en la realidad.
Los escritores que poseen esa habilidad para generar historias que impactan más allá del tiempo y el espacio en el que surgen, son considerados genios, prodigios que aparecen en ciertos momentos de la historia para iluminar con la antorcha literaria el camino de los pueblos y dejar un vestigio imborrable de cada episodio vivido.
Un episodio personal relata que poco antes de culminar su bachillerato Camilo cayó enfermo de tuberculosis por lo que debió permanecer internado en el hospital por aproximadamente un año, tiempo que dedico especialmente a la lectura, una vivencia que influyó notablemente para que se afianzara mucho más su pasión por la literatura.
Aunque sus padres trataron de incentivarlo hacia profesiones más pragmáticas como la medicina y el derecho, su verdadera vocación hacia las letras no tardo en manifestarse arrastrándole a producir prontamente sus primeras publicaciones. Ingreso en 1934 a la Faculta de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, pero su innegable atracción por las letras le motiva a asistir como oyente a la Facultad de Filosofía y Letras, en donde se relaciona con el poeta Pedro Salinas y otras figuras literarias del momento, que terminan por convencerle definitivamente de dedicarse enteramente a ser escritor.
En un principio la novela fue duramente criticada debido a su ambiente violento, de hecho su segunda edición fue prohibida por considerarse contraria a las buenas costumbres según los lineamientos de la censura propios del régimen franquista. Cela aunque había militado en algún momento de su juventud en el bando franquista, se distancia más delante de este gobierno autoritario y llega a ser duramente perseguido por los contenidos de sus publicaciones. Sin embargo, ninguna circunstancia le amedrenta y Cela asume su labor con una gran responsabilidad histórica, convencido de que la principal función de la literatura es precisamente ser un canal para el reflejo de las circunstancias y particularidades que le corresponde a cada época.
Esta perspectiva se evidencia cuando expresa: “La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir”, palabras que comenta en alusión a su obra como reflejo coherente de un contexto social muy duro que vivía la sociedad española para ese momento que corresponde a los años finales del franquismo y la transición hacia la democracia.
Su facilidad narrativa y la impecable capacidad descriptiva para ambientar su obra en diferentes escenarios y
Además de la novela Cela aborda el cuento, el relato, la poesía y los libros de viajes; exhibiendo en cada uno de ellos una retórica florida que combina el lenguaje formal o erudito con el coloquial o popular. El autor asume la labor del escritor como una manera de plasmar en el texto el hablar de la gente, al final afirma “el lenguaje no surge de los intelectuales” es el pueblo, las personas en general quienes definen el uso del lenguaje y los escritores no hacen más que evidenciar ese uso en sus creaciones.
De esta forma Cela es al mismo tiempo un maestro y un cronista, su obra nutre, documenta y enriquece culturalmente a quien la lee, pero al mismo tiempo llega con facilidad, muestra una realidad con la que el lector se conecta y puede constatar en su entorno o en los testimonios de la historia.
Su gran legado, su mayor herencia literaria es precisamente el amor mostrado hacia la lengua castellana, su labor investigadora, la pasión con la que asumió la defensa y la difusión del lenguaje como herramienta cultural que influye en la gente, pero al mismo tiempo es utilizado en un proceso de catarsis que permite dejar evidencia permanente de una realidad social.